9/6/08

Una Mina tardía

Caminar en compañía de alguien que conoce el barrio más a fondo que nosotros debería ayudar a aclarar las cosas.
Y es que, aun cuando dicen que La Mina tiene un índice delictivo similar al de Las Ramblas, sigue sin ser fácil planear una excursión cualquier jueves por la tarde. Me pregunto el motivo.
Hasta qué punto en la situación actual del barrio (sin duda mejor que décadas pasadas) han influido sus habitantes y el uso que éstos hacen del espacio exterior que rodea sus viviendas, propiedad de un ayuntamiento; en qué medida tal decisión como es el traslado de una comunidad de chabolas a unos cercanos y nuevos megabloques _¡siguen cubriéndose de chapa!_ por parte de una administración merece un planteamiento inicial menos optimístico-positivo que admita un mayor grado de complejidad; qué grado de desconocimiento en torno al tema poseemos; si los esfuerzos para “amoldar” al grupo por parte del nuevo y alegre Consorcio-Multi-Administrativo son efectivos en tanto agente social, o, en cambio, si su objetivo _¡hacer creer a los “mineros” que son habitantes de primera!_ es totalmente irrelevante para la comunidad en cuestión, un colectivo que se rige al margen de nuestras leyes, por más que continuamente pretendamos incluirles.
Algo no va bien cuando dos criaturas de La Mina juegan apuntando a un grupo de universitarios como si tuvieran una pistola en la mano, amenazándoles de muerte.

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