27/6/08

la ciudad de nunca jamás

Mi escuela se llamaba Roure Mallorca. No era una escuela al uso, aunque eso lo descubrí años más tarde. Mi casa, en Valencia con Aribau, un gran piso de Ensanche con techos altos y galería al patio interior. Así que empecé a caminar Barcelona mientras iba de casa al cole, a ballet, a comprar en el mercado o a la panadería...
Tras casi 10 años fuera de la ciudad, este curso he vuelto a pasear por esas calles de la niñez. Ya no me llamaban la atención el escaparate de la esquina, ni el semáforo de Aragón que había que cruzar para ir a la escuela, ni el bote de chupachups del puesto de verduras del mercado...
Y descubrí que hay muchas ciudades. Porque la tienda de juguetes, el semáforo y el mercado siguen donde estaban, pero mis ojos ya no se mueven a sesenta centímetros del suelo...
He intentado plasmar esa otra ciudad (hecha de recuerdos) en mi itinerario. Porque no eran las calles las que me guiaban, ni los planos, ni la circulación. Eran un cartel, una maceta en el balcón, una tienda donde habíamos comprado...
Y me ha gustado mucho darme cuenta de que la ciudad en la que crecí sigue aquí, aunque yo ahora ya no pueda verla.

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