Comenzar la caminata por el barrio de Gràcia tomando un café en el bar de la Violeta fue todo un avance de lo que nos esperaba. Resulta alentador descubrir que en una gran ciudad todavía se conservan lugares así, donde parece que el tiempo se ha detenido, ajeno a todos los planes de renovación urbana de alrededor.
Al pasear por las calles y plazas de Gràcia no tienes la sensación de encontrarte en una gran ciudad. Más bien lo contrario, sigue conservando la esencia de la villa que fue. Niños jugando en la calle o en la plaza, conocidos que se encuentran en cada esquina, ausencia de coches, mercados, pequeñas tiendas y bares...
La morfología urbana de Gràcia, con su encadenado de pequeñas calles y plazas, fomenta las ganas de caminar y perderse por sus calles, en busca de nuevos rincones y de nuevas experiencias. Gràcia siempre sorprende, el simple hecho de caminar y observar, observar y caminar, nos permite descubrir nuevas cosas en cada visita. Nuevas calles, nuevos edificios, nuevas plazas, nuevas caras, nuevos bares... Pero siempre la misma esencia.
Al pasear por las calles y plazas de Gràcia no tienes la sensación de encontrarte en una gran ciudad. Más bien lo contrario, sigue conservando la esencia de la villa que fue. Niños jugando en la calle o en la plaza, conocidos que se encuentran en cada esquina, ausencia de coches, mercados, pequeñas tiendas y bares...
La morfología urbana de Gràcia, con su encadenado de pequeñas calles y plazas, fomenta las ganas de caminar y perderse por sus calles, en busca de nuevos rincones y de nuevas experiencias. Gràcia siempre sorprende, el simple hecho de caminar y observar, observar y caminar, nos permite descubrir nuevas cosas en cada visita. Nuevas calles, nuevos edificios, nuevas plazas, nuevas caras, nuevos bares... Pero siempre la misma esencia.
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