11/3/08

¿Por qué caminar Barcelona?

Caminar esta ciudad porque hay algo en ella que no nos convence a quienes la utilizamos día a día y hemos de descubrir qué genera esta sensación; porque tenemos la obligación de pasar revista, insistentemente, a quien maneja el lugar donde habitamos, para que nadie nos tome el pelo. Desconfiaremos de una ciudad que se vende como la millor botiga del món, haremos caso omiso de los carteles que la anuncian por la calle y nos miraremos cómplicemente cuando leamos Barcelona Neta... En fin, como todo ciudadano haría, hemos de procurar que una empresa como esta (un ayuntamiento), al servicio de unos intereses determinados (los que sean), no se olvide de quienes hacen posible que la cosa marche (otro tema: ¿quién hace posible una ciudad?).
Caminar Barcelona porque es paradójico que el Museu d'Historia de la Ciutat encuentre sede importante en un edificio de orígenes inventados, la Casa Padellàs, un edificio trasladado piedra a piedra desde otro lugar de la urbe (al menos no lo trajeron de Cuenca) que genera un evidente e impagable ejemplo de perversión histórica. Podría pasar como una pieza más del museo en sí, vale, pero en ningún momento se hace partícipe al visitante de semejante característica creando un simulacro de sede que pretende dar idea (y lo logra) de genuina antigüedad. ¡Pero qué clase de Historia es esta! ¿Y las ruinas romanas que hay debajo, las han traido de Tarragona?
Seguir caminando y así poder analizar más pruebas de que la ciudad donde vivimos se ha sumergido en el mundo de la publicidad y la rentabilidad turística a corto plazo; poder aumentar la lista de síntomas que evidencian que este lugar se piensa actualmente para quien lo visita en tres noches y un día; poder colaborar todos juntos para que no se nos pase ni una sola de estas cortinas de humo y, en definitiva, conocer mejor dónde demonios pisamos. Por eso tiene sentido la asignatura.

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