25/3/08

La Sagrera: el tren de los sueños


7000 vidas más. 7000 vidas más que se unirán a un barrio que no para de soñar. La Sagrera imagina, sueña y espera a ese tren que parece no llegar.

“Hay luz al final del túnel” dice el optimista; “Seguramente es un tren que viene derecho hacia nosotros” responde el pesimista. Pero incluso el pesimista sueña y espera, y quiere en realidad que ese tren llegue con dignidad.

La llegada del AVE se convirtió en la oportunidad de los ciudadanos del barrio para poder pedir un cambio. Es la oportunidad de tener más plazas, más espacios verdes, más árboles, nuevos equipamientos, y nuevos lugares donde convivir con dignidad. Aquel sueño que parecía inalcanzable se convirtió en esperanza.

Y después de 10 años, la luz del túnel sigue ahí, pero el tren parece no llegar. Se dice que todo tiene su momento, y el tren se acerca cada vez más, pero los sueños se empiezan a esfumar. La administración se olvida a veces de que las personas no son solo números. La felicidad de un niño al recoger hojas en un parque, no se puede definir mediante cifras.

Vimos calles vacías, y esquinas donde la gente charlaba animadamente entre los juegos improvisados de los niños. Me fije en un grupo que jugaba al fútbol en una cancha cubierta. ¡Que suerte! pensé, cuando llueva no se mojarán. Más tarde averigüé, que no tienen ningún otro lugar donde practicar deporte y que aquella cubierta, fue otra promesa disfrazada.

A escasos metros de aquella cancha pasaba el tren junto a aquel amplio lugar desierto. Desde el puente de Calatrava, uno no tardaba en imaginar espacios verdes y grandes árboles, que conviven con las nuevas edificaciones, con nuevos equipamientos y la llegada del AVE. Ni el mayor pesimista en la Sagrera desea que el AVE nunca llegue, los vecinos sólo piden que el tren llegue con dignidad.

En un mismo día, descubrimos un sueño que cada día se aleja un poco más, y al mismo tiempo, un sueño que ya se ha hecho realidad: La Nau Ivanow. Un fábrica que albergaba espacios para los vecinos del barrio, para hablar, cantar, bailar, actuar, pintar, disfrutar y hacer todo aquello que a uno se le pueda ocurrir. Yo me pregunte, ¿y a cambio de qué?

Más tarde escuche una respuesta que me impactó bastante. Hay personas que se levantan felices todas las mañanas. Simplemente, porque saben que con aquello que hacen por su propia sonrisa, consiguen muchas sonrisas más. Es parte de la arquitectura que se hace para la ciudad.

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