31/3/08

OPORTO

” Comenzó a descender por el pequeño sendero flanqueado de gruesas matas de retama. Era agosto, y aquella retama, quién sabe por qué, seguía floreciendo como si fuera primavera. Manolo olfateó el aire como un entendido. Era capaz de captar los olores más diversos de la naturaleza, como le había enseñado la vida salvaje. Contó: retama, espliego, romero. Por debajo de él, al final del declive, brillaba el río Duero bajo el sol oblícuo que nacía entre las colinas. Dos o tres barcazas de mercancías que venían del interior y se dirigían hacia Oporto tenían las velas henchidas, pero parecían inmóviles sobre la cinta del río. Transportaban barriles de vino para las bodegas de la ciudad, Manolo lo sabía, un vino que después se transformaría en botellas de Oporto y tomaría los caminos del mundo. Manolo sintió una gran nostalgia por el vasto mundo que nunca había conocido. Puertos ignotos, lejanos, llenos de nubes, por los que descendía la niebla como había visto una vez en una película…”

"La cabeza perdida de Damasceno Monteiro"
ANTONIO TABUCCHI
Ed.Anagrama. Barcelona. 1997

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